Cada vez que veo una botella de vino Médoc no dejo de recordar las cenas y las reuniones que sostuve en la ciudad de Burdeos. El vino Médoc me recuerda también los paisajes que conjugan zonas boscosas con playas de arena y grava que se acercan al océano Atlántico. La zona es realmente majestuosa por su naturaleza, pero también por su apego al arte de la buena mesa, es decir, a degustar una comida con el tiempo debido, con charlas e intimidades. Uno se acostumbra rápidamente a este tipo de rituales sociales, pues una simple cena se transforma en una forma lenta y constante de beberse el mundo a palabras…
Esta vez he de hablar de un vino que es usual encontrarse en las mesas francesas: el Médoc. El nombre describe la región en donde se produce, región que cuenta con su Denominación de Origen Controlada. Ubicada al norte de la ciudad de Burdeos y perteneciente a la Aquitania, esta región vinícola es de las más conocidas internacionalmente gracias a la magnificencia de sus vinos.
A pesar de que esta zona es principalmente arenosa y empedrada (lo que puede parecer una desventaja aparente para el crecimiento de los viñedos), esta geografía logra producir uno de los vinos con mayor reputación para los amantes de los vinos. Algunas de las cepas que se cultivan son: el cavernet sauvignon, el cavernet franc, el merlot, el malbec y el petit verdot, este último cultivado casi exclusivamente en esta región francesa.
Una de las cualidades de este vino, es que “queda bien” con cualquier platillo. Lo más común es presentarlo con una pasta o un guiso sencillo. Igualmente, se puede usar para acompañar quesos y aperitivos, como la charcuterie (chorizo seco, peperoni, jamón serrano, etétera), como lo hicimos con este delicioso Chateau Bégadanet 2005, obtenido de la mezcla de Merlot y Cavernet Sauvignon.
Gracias nuevamente a nuestros anfitriones Ben y Snezh por compartir este vino y con él, tantos recuerdos… À la votre !
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