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Los colores del vino

Cuando disfrutamos de una copa de vino, el primer sentido que entra en acción es la vista. Por ello, el color del vino debe ser atractivo para que determine el comienzo de una degustación de calidad y repleta de sensaciones.

Aunque depende de cada tipo de uva y vino, generalmente el color nos muestra una serie de características que nos ayudan a determinar la elaboración, la edad y la evolución del vino entre otros aspectos.

El color se define principalmente a través de la intensidad, la limpidez y la tonalidad. Cada una de estas percepciones nos muestran distintas particularidades del vino.

Por ejemplo, el color nos indica el grado de madurez y salud de la uva en el momento de su vinificación, las propiedades que caracterizan al terreno de cultivo del viñedo o el sistema de vinificación y conservación.

También señala la edad del vino, pues los vinos tintos van perdiendo color a medida que envejecen, yendo desde tontos violetas-púrpuras característicos de la juventud del vino hasta rojos granates más apagados en vinos reserva.

Factores que determinan el color del vino

Los colores de los vinos están determinados por varios factores:

  • Tipo de uva
  • Proceso de elaboración
  • Clima
  • Zona de producción

Estos factores determinan el color de nuestros vinos y nos aportan información importante a la hora de determinar las calidades de los vinos que bebemos.

¿De dónde viene el color del vino tinto?

El color del vino y su evolución provienen de una serie de compuestos presentes en la uva, -los compuestos fenólicos- clasificados en no flavonoides y flavonoides.

Los compuestos flavonoides que contienen a dos responsables directos del color: los antocianos y los taninos.

Dado que nos centramos en el color del vino tinto, atenderemos a los dos últimos compuestos, dado que el primero presenta un gran protagonismo en los vinos blancos, pues son los responsables del pigmento amarillo de la uva.

ANTOCIANOS

Son compuestos que aportan al vino los colores rojos púrpuras y azulados debido a la antocianiana, un pigmento hidrosoluble que se encuentra solo en la piel de la uva tinta y que actúa como un colorante natural. Durante la maceración de los vinos, la piel traspasa el pigmento al jugo de la uva aportando uno de los colores que lo caracteriza.

Cabe destacar que el tono del color que aporten los antocianos dependerá enormemente del pH, por lo que puede aportar una gran amplitud de colores al vino. Junto a esto, la temperatura y condiciones de la guarda del vino también serán esenciales para una correcta evolución.

TANINOS

Los taninos son un elemento esencial que, junto a los antocianos, marcará el equilibrio perfecto para garantizar un color agradable y atractivo.

Los taninos, a pesar de que no aportan color directamente, originan nuevas tonalidades mediante su interacción con los antocianos y el resto de compuestos y, con un óptimo equilibrio, garantizarán un gran envejecimiento del vino.

En conclusión, los antocianos y los taninos son los principales encargados del color final del vino. Ambos compuestos deben guardar una cuidada armonía de manera que el color sea duradero, evolucione correctamente durante su envejecimiento y no afecte negativamente a los aromas y sabores del mismo.