A punto de concluir nuestro viaje en Marsella nos encontramos con una bella sorpresa en la estación de trenes. La compañía estatal que administra este servicio, la SNCF (Société nationale des chemins de fer français) se ha propuesto animar el trayecto de los pasajeros al instalar pianos “abiertos al público“ en las estaciones más concurridas.
Esta idea maravillosa se conjuga muy bien con el estilo de vida que llevan los franceses, pues adoran la música casi tanto como el vino. Y bueno, evidentemente no se trata de ser como ellos o de aspirar a serlo, sino de reconocer la belleza que hay en estas acciones. Llegar a una estación de tren y disfrutar de un concierto improvisado por algún melómano o músico amateur es indescriptible. Ni los pasajeros esperaban un concierto, ni los músicos un coro de aplausos.
Con la misma sorpresa que se abre una botella de vino se vive este tipo de experiencias, como una eterna sorpresa y una gran esperanza de que el destino sea el indicado. Aquí les va una probadita de la iniciativa:
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