Catar correctamente la quintaesencia de la uva no sólo involucra a tus sentidos sino también a tu cerebro, según la neurociencia del vino.
Al consumir vino nuestro cerebro revela lo que nos gusta y lo que no, según un nuevo estudio del centro de investigación vasco Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL) y del Basque Culinary Center (España). La ciencia y la producción vinícola unidas en esta pionera investigación.
El nivel de alcohol de los vinos ha sido el factor determinante a la hora de adivinar los gustos por las diferentes variedades y tipos de vino. Y es que
“las decisiones que adopta la industria vitivinícola en la elaboración de vinos se basan en creencias sobre los gustos del consumidor. En lugar de hacer suposiciones, podemos observar directamente lo que sucede en el cerebro y dar respuesta a las preguntas de los productores agrícolas”
explica Ram Frost, líder del estudio.
Para llevar a cabo el experimento, los científicos realizaron a un grupo de 20 voluntarios la prueba de análisis por resonancia magnética mientras realizaban una cata selectiva de 8 vinos distintos agrupados de dos en dos y con la única diferencia en la graduación alcohólica en cada par. Esto es, cada par de vinos procedía de la misma uva, tenía la misma acidez, añada y cantidad de azúcar residual. Lo único que los diferenciaba era el nivel de alcohol.
Los resultados de la función cerebral revelaron que el cerebro de los participantes prestaba más atención con aquellos vinos de menor nivel alcohólico:
“Los vinos con menor contenido alcohólico inducen a una mayor atención cerebral a aspectos como el aroma, el olor o el gusto de los caldos. El experimento muestra que el cerebro obtiene más placer en los vinos con menor graduación”
aclara Frost.
Lo fascinante del vino es que es una bebida que, contrario a otros alcoholes, estimula todos los sentidos. No sólo al momento que te emborrachas , sino a partir del momento en el que se descorcha. Es desde ahí que nuestros sentidos se involucran en la cata del vino
El cerebro se estimula con el vino como cuando resolvemos un problema de matemáticas.
Gordon Shepherd, neurocientifico, autor de NeuroENOLOGY: how the brain creates the taste of wine, explica que los procesos que desata el vino a nivel cerebral son aún mayores que los desatados al escuchar música, leer o resolver problemas matemáticos. De acuerdo con los estudios citados en su libro, las moléculas del vino estimulan cientos de receptores del gusto y el olfato, lo que provoca que se desencadenen procesos cognitivos masivos, los cuales involucran patrones parecidos a los que ocurren cuando usamos la memoria, hacemos juicios o sentimos placer.
Neuroenology: How the Brain Creates the Taste of Wine from Yale School of Medicine.