La revolución feminista también ha llegado a la viña, y afortunadamente cada vez disfrutamos de más vinos elaborados por ellas.
Cuando se habla de mujeres y vino, es fácil caer en tópicos como el de preguntarles si creen en lo que algunos llaman “vinos femeninos”, si por el hecho de ser mujeres tienen una mayor sensibilidad a la hora de elaborar, o si su género ha dificultado de alguna forma su incursión en este mundo tradicionalmente tan masculino.
Ese es el caso de Josefina Piñol, una de las pioneras en España a la hora de ponerse al frente de una bodega. O María José López de Heredia, máxima responsable de una de las bodegas centenarias más importantes de Rioja. O Victoria Pariente, una mujer sin la cual sería imposible entender los blancos de Rueda de los últimos lustros.
Pero cada vez son más las elaboradoras menores de 40 años que nos sorprenden con creaciones de altísima calidad. Ese es el caso de Bibi García y su reconocida Pinot noir de Ronda. O de Paola Medina, una de las enólogas con mayor proyección del marco de Jerez. O de Maite Sánchez, quien capitanea uno de los proyectos más interesantes de Méntrida.
Para cerrar este listado de mujeres del vino nos hemos fijado en Francia, donde nos encontramos a Mathilde Chapoutier, quien con apenas 26 años está llamada a ser el futuro de una de las firmas vinícolas más importantes del país vecino. Y es que a pesar de su juventud, sus vinos ya están triunfando entre los críticos y aficionados que los prueban.
Josefina Piñol
Josefina es la tercera generación de una familia que empezó a elaborar vino a granel en la Terra Alta en 1947. Aún recuerda cuando le dijo a su padre que no iba a hacer más vino a granel sino que prefería embotellarlos.
A sus setenta años, ha visto no solo cuajar su idea, en la que su padre apenas confiaba, sino también vender sus vinos a países como Estados Unidos y Japón. Y es que sus pequeñas producciones dan la vuelta al mundo. Fueron las altas puntuaciones Parker las que consiguieron darle el empujón definitivo para la exportación. Desde entonces, el crecimiento ha sido lento pero constante, han replantado cepas de Morenillo y han contribuido a su recuperación en la Terra Alta.
Sus vinos llevan nombres de personas: Mather Teresina en honor a su madre, de quien heredó las tierras; L’Avi Arrufí, su abuelo materno, el origen de todo, e incluso Josefina Piñol, ella misma, que da nombre a dos vinos dulces de vendimia tardía procedentes de las viñas casi centenarias que tanto ama.
El suyo es un ejemplo de constancia y personalidad, de trabajo bien hecho que le ha llevado a cumplir el que era su sueño: hacerse cargo de las tierras familiares para elaborar vinos hoy respetados en todo el mundo.
Mª José López de Heredia
Se define como “viñóloga”, aunque después de ver a su padre pleitear con la Administración, decidió estudiar Derecho, estudios que compartió con los de Teología. Finalmente completó suformación con un master en Viticultura y Enología por la Universidad Politécnica en La Rioja. Posteriormente se incorporó a la empresa familiar y en el 2000 se convirtió en la gerente de R. López de Heredia Viña Tondonia, una de las catedrales del vino riojano.
Cuando se le pregunta si se considera una de las mujeres más importantes del mundo del vino, María José López de Heredia contesta diciendo que eso es una exageración. Ella solo se considera una mujer que hace aquello en lo que cree, quizás por eso su leitmotiv es “vive el presente”.
Victoria Pariente
Tras 10 años de formación en la Estación Enológica de Castilla y León, Victoria Pariente decidió en 1998 hacer realidad su propio proyecto vitivinícola. Ese año lanza al mercado su primer Verdejo, al que da el nombre de su padre y mentor, fallecido poco antes: José Pariente. En esos tiempos era poco frecuente encontrar mujeres enólogas y aún más extraño que éstas fueran propietarias del negocio. Hoy en día, esta elaboradora se congratula de ver cómo España está repleta de mujeres creando vinos magníficos.
Fue precisamente su padre José, viticultor y elaborador de los de toda la vida, el que inculcó a Victoria el amor por el campo y por el vino, y hoy son los hijos de Victoria, Ignacio y Martina, los que siguen el camino de su madre en Bodegas Prieto Pariente.
Si le preguntamos de qué se siente realmente orgullosa, Victoria no duda en resaltar sus vinos blancos, marcados por su personalidad y elegancia, y obtenidos siempre mediante una viticultura minuciosa. Poder compartirlos a miles de kilómetros de distancia con entusiastas de su región de origen, Rueda, es otra de las grandes pasiones que le permite el mundo del vino.
Bibi García
Su obsesión infantil eran los olores, por eso cuando le preguntaban qué quería ser de mayor, Bibi García lo tenía claro: perfumista. Para ello estudió Química, aunque la vida le llevó al mundo del vino. Desde entonces ha trabajado en Rioja Alavesa, Priorat o Chile. En 2007 llegó a Málaga para encargarse de la elaboración de los vinos de Cortijo los Aguilares, una de las bodegas más reconocidas de la Serranía de Ronda.
No es exagerado si decimos que Bibi es la “gran dama de la Pinot noir española”, y es que si hay una enóloga en nuestro país que sabe tratar a esta uva borgoñona tan bien como la tratan en esa región francesa, esa es Bibi. Autora de vinos premiados entre los mejores del mundo elaborados con esa variedad.
Por este motivo sus vinos se agotan casi al mismo instante en el que salen al mercado, y es que su mejor premio es tener una clientela fiel que gracias al boca a boca va en aumento.
Paola Medina
Paola Medina Sheldon, nacida en 1978 y natural de Sevilla, creció en Sanlúcar de Barrameda. Fue precisamente allí donde la familia Medina inició su andadura en el mundo del vino de Jerez. Corrió y jugó entre botas cuando era niña, sin ser plenamente consciente del tesoro que le rodeaba.
Con familia en España, Inglaterra, Francia y EEUU, Paola Medina ha viajado por numerosos países y se ha acercado a distintas culturas desde muy joven. Licenciada en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada, en Enología por la Universidad de Cádiz. Paola se incorporó a Williams & Humbert en el año 2010 y es actualmente la directora técnica y enóloga de la bodega.
Son famosas sus masterclass y catas que imparte por todo el mundo. Desde el Sherry Fest de San Francisco y Nueva York o sus ponencias en el Basque Culinary Center, en el Ateneo del Vino, en la Universidad de Cádiz o en el Female Touch de la Gastronomie en Utrech, por mencionar algunos. El trabajo que está haciendo con los vinos de Jerez de añada rompe los estereotipos y abandera, sin duda, una imagen moderna, accesible y muy creativa de Jerez.
Maite Sánchez
Estudió agrónomos y posteriormente hizo el Master de Viticultura y Enología de la Universidad Politécnica de Madrid. Maite encabeza actualmente uno de los proyectos más frescos e interesantes de la zona de Méntrida.
Con poco más de 25 años Maite ya había hecho vendimias en Rioja (Remírez de Ganuza), Ribera del Duero (Alión y Vega Sicilia) y Priorat (Clos Mogador). Por si esto fuera poco, Maite no perdió el tiempo y amplió sus horizontes vendimiando también en mecas como Borgoña y países del nuevo mundo vinícola como Chile y Nueva Zelanda.
Con el apoyo de María, convirtió todo el viñedo a ecológico para tener más tipicidad. Se centró básicamente en el suelo y en la finca buscando un trabajo de viña más tradicional. Tras una búsqueda personal de viñas viejas Maite incorporó al proyecto uvas locales como la Garnacha y la Albillo real. Entre sus planes futuros está el hacer un vino de finca y seguir profundizando con las variedades autóctonas.
Mathilde Chapoutier
Es hija de uno de los elaboradores franceses más reputados del mundo, Michel Chapoutier. Su herencia familiar no fue ni una losa para ella ni supuso impedimento alguno a la hora de elaborar sus propios vinos sin complejos.
Antes de abordar su propio proyecto se fue a China para estudiar Administración y Dirección de Empresas con especialización en estrategias internacionales de negocio. Mientras tanto, aprendía mandarín, y a su vuelta a Francia, además de seguir formándose, empezó a dirigir la estrategia internacional de desarrollo del negocio familiar.
A pesar de su juventud, tiene ya un bagaje que le permite desenvolverse con soltura en el mundo del vino y lanzar su propio proyecto con éxito, en el que ya ha puesto sus ojos la crítica especializada. Se trata de sus rosados provenzales, así como de sus tintos de Burdeos y Languedoc, en los que siempre prima la fruta sobre cualquier maquillaje que pueda aportar la crianza en madera.
Con sus vinos defiende una idea de disfrute sin prejuicios o esnobismo alguno, una idea más cercana a hacer del vino algo más popular que intelectual. Su propuesta es que el vino haga viajar a quien lo bebe, tal y como hace ella para encontrar los mejores terruños con los que trabajar.