Hablar de Rocío Boullosa es hablar de una experta en vino, superior incluso a una sommelier. “Tengo el grado de Advanced Certificate in Wine and Spirits. En México no es muy conocido, pero a nivel internacional es un título al que se le tiene mucho respeto porque ni siquiera la mitad de los sommeliers lo alcanzan”, nos explica la experta, egresada del CESSA Universidad.
Apasionada del vino desde chica, fue durante un intercambio a Houston –en séptimo semestre– cuando descubrió a qué quería dedicarse el resto de su vida. “Nos avisaron que iría The Court of Masters Sommeliers a dar su curso de introducción. Lo tomé y la verdad ¡lo amé! Fue como una epifanía porque nos sirvieron vino blanco y preguntaron ‘¿qué uva creen que es?’. Cuando lo probé, me supo a calor de hogar, así que me aventé, dije ‘Albariño’, ¡y le atiné! Todos preguntaban ‘¿cóoomo suuupo?’ y entonces pensé: soy la elegida”, cuenta entre risas.
Al regresar a México terminó la carrera en Administración de Restaurantes y se marchó de nuevo, esta vez a Nueva York a estudiar en el International Wine Center, donde realizó el certificado avanzado mencionado anteriormente. Antes de esto había trabajado un año en el hotel Park Hyatt de Washington, DC. “Años después de volver a México se me ocurrió hacer una maestría; la hice en el CESSA también, en Administración del Vino. Me gustó porque no está enfocada sólo al estudio de las uvas, sino en cómo crear un negocio en torno a esta bebida”.
Dato curioso: cuando se graduó de sommelier, era la única mujer y la más joven en hacer el examen. “Los invitados creían que yo era la hostess”, recuerda divertida. “Y entendí. Todos eran señores cincuentones y yo tenía 22, ¡se veía raro! La verdad es que aunque cada día hay más mujeres en la industria, siempre los hombres han estado mejor posicionados”.
VINARDO, SU BEBÉ
Un buen día, Rocío recibió la llamada de Alba Arrona. Quería lanzar su propio vino y necesitaba asesoría. “Después de platicar con ella le propuse hacer el proyecto juntas y así nació Vinardo”. La clave del lanzamiento a tan corto plazo –sólo dos años después– es que las emprendedoras no tienen viñedo, sino que le compran las uvas a un productor del Valle de Guadalupe. “Hacer un vino de cero toma alrededor de 10 años, ¡mucho tiempo! Entonces lo que hacemos es comprar las uvas y trasladarlas a una bodega para vinificarlas. Eso sí lo hacemos nosotros”, afirma la productora.
La imagen del vino tinto –hecho 80% de uva cabernet y 20% syrah– es sobria y elegante, pero jovial al mismo tiempo. “Traté que fuera un diseño que se identificara con mi personalidad”, comenta Boullosa, quien también ofrece catas, cursos y asesorías particulares. En cuanto al nombre, nos explica: “Así como en México decimos que vamos a echar unas chelas o unos vinos, en Argentina se dice ‘vamos a echar unos vinardos’. No mucha gente lo sabe, pero a nosotros nos pareció un nombre coloquial, divertido y fácil de recordar”.
Sobre su rutina diaria, Rocío nos cuenta: “Mi día a día es más de blogger. Voy a eventos, hago coberturas gourmet y además doy clases en el CESSA, de Enología y de Maridaje y Análisis Sensorial”. ¿Mencionamos que está casada y tiene un perrhijo? Chucho.
Entonces llega la pregunta obligada… ¿Cómo está la industria del vino en México? “Para ser honesta creo que sí nos falta mucho, pero vamos por buen camino”, contesta reflexiva y agrega: “Lo que nos está ayudando mucho es que el vino mexicano está de moda, todo el mundo tiene la súper actitud de apoyo. Eso es bueno porque entre más se compre, más se incentiva que la gente haga cosas de calidad y que le invierta. Es un círculo virtuoso”.
RB, EL RECONOCIMIENTO
Como buena apasionada de las bebidas y los alimentos, Rocío creó hace un par de años la app EstiloTinto, a través de la cual recomienda desde restaurantes súper elegantes hasta taquerías. En un momento de creatividad, se animó a crear su propio reconocimiento a fin de entregarlo a esos más de 100 lugares que ya viven en la aplicación. “Me gustaría hacer énfasis en que no le cobro nada a nadie, ninguna opinión es pagada, me interesa mucho mantener mi credibilidad.
“Como funciona es que yo voy al restaurante, cual mistery shopper, sin decirle a nadie; no es como que me estén esperando y que por eso le vayan a echar más ganas al servicio, simplemente no aviso”, aclara la foodie. ¿Por qué bautizar el reconocimiento con su nombre? “Quería que supieran que todas las recomendaciones son hechas por mí. No es una empresa, no tengo un séquito de 30 personas que se dedica a probar; es de verdad una sugerencia mía que doy casi como amiga”.
¿Qué factores toma en cuenta? Calidad de los alimentos (ingredientes, presentación), servicio (efectivo, eficaz y amable) y ambientación (qué tan acogedor es el lugar). “Esos tres factores valen 30% cada uno. El otro 10% es lo que los distingue: una carta de vinos extensa, una mixología de primer nivel, un platillo representativo; con eso se ganan el punto extra. Esto no está especificado en el reconocimiento, pero sí viene en la app. Sale la calificación –si el lugar sacó 6, 8 o 10, y la descripción del por qué”, ahonda la experta. “La respuesta ha sido fantástica, todo el mundo está encantado y yo también porque siento que hace sentido”, añade.
Finalmente, de emprendedora a emprendedora, Rocío sólo tiene una cosa que decir: “El mejor tip que puedo dar es que no te menosprecies. Da igual si alguien 00te echa porras, si eres mujer, si tienes 20 años… Puedes hacer lo que quieras, pero te la tienes que creer tú primero. Si crees en ti misma y sabes que lo estás haciendo bien, sabes que estás dando tu opinión porque tienes el conocimiento, ¡sigue adelante! Anímate y go fot it”.