Es un debate que se ha desatado durante décadas entre los amantes del vino. ¿Qué es mejor, un corcho o una tapa de rosca?
Si bien los tradicionalistas afirman que solo es propio utilizar un corcho, es importante que las tapas de metal eviten la oxidación y el taponamiento, y permitan una fácil apertura.
Los corchos se han utilizado durante mucho tiempo desde el siglo XV. Algunos especialistas sostienen que la entrada lenta de oxígeno a través del corcho poroso juega un papel vital en el envejecimiento de un vino. El crujido distintivo y pop de un vino también trae sentimientos de celebración, intimidad y relajación, que pueden desencadenar sensaciones que van más allá del simple sabor del vino.
Todavía hay algunos vinos como el Cabernet Sauvignon, que necesitan unos pocos años para ablandar; y eso puede ser mejor con un tapón de corcho, ya que permiten desarrollar mejor los atractivos del vino, proceso que ha sido transformado por el cambio a la tapa de rosca. Los tapones de rosca solo se han utilizado en el pasado, y se han vuelto más comunes en la década de 1980 después de un período de baja calidad.
Algunos sommeliers afirman que los tapones de rosca pueden causar un proceso conocido como “reducción” que conduce a un olor a azufre y puede alterar el sabor. Sin embargo, los expertos reclaman la posibilidad de obtener una buena botella de vino.
El rendimiento de los corchos sintéticos, fabricados con tecnología del siglo XXI, es excelente; ya que generalmente se aproximan a nuestras expectativas, basadas en dos siglos de envejecimiento natural.
La mayoría de los enólogos saben que pueden hacer que su vino sepa mejor. Es por eso que más del 70% de todos los vinos están sellados con corcho, y la gran mayoría de los mejores vinos del mundo.
El oxígeno contenido en la botella, un objetivo predecible y una tasa no lineal, y le permite desarrollar y alcanzar su máximo potencial según lo previsto por el enólogo; esta infusión de oxígeno aparece como un sello perfecto y mantiene los contaminantes fuera de la botella.
Los mejores corchos permiten que cerca de 1 miligramo de oxígeno ingrese a la botella cada año. Esta es la cantidad correcta de sulfitos que se agregan al proceso para mantener el vino fresco y evitar los efectos nocivos de la oxidación; esta pequeña cantidad de aire es perfecta para ayudar a los vinos dignos de la edad a desarrollar su complejidad mientras los taninos se ablandan.
El problema como tal en cuanto al sabor del vino tiene que ver si le entra aire de más o no durante el proceso de envejecimiento. Lo mismo sucede cuando al abrir la botella de vino cae el corcho dentro de la botella.
Cuando los vinos vienen cerrados con tapas de metal, no se corre el riesgo de que caiga dentro de la botella, por lo cual no afectará el sabor del vino, pero es probable que durante la madurez de éste, los sabores sean diferentes a causa del material que lo protege.