La buena conservación de un vino tiene 5 enemigos que atentan contra ella:
La Variación térmica (temperatura), la humedad (o higrometría), la luz (rayos UV), la exposición (aireación) y la vibración (o movimiento).
Estos cinco aspectos son los primeros que debemos considerar si lo que buscamos es que el vino se mantenga en el mejor estado posible.
Sin que se modifiquen ni perjudiquen sus propiedades.
A continuación te damos algunos consejos para evitar estos posibles problemas.
TEMPERATURA
Debemos tener en cuenta que los cambios y fluctuaciones térmicos son siempre perjudiciales para él vino. Estas variaciones fatigan el caldo, degradando la calidad del vino y alterando su vitalidad orgánica.
Cuanto más estable sea la temperatura de conservación, menos problemas tendrá el vino.
TIP: Debemos mantener el lugar entre 10 y 14ºC de temperatura, ya que con más calor el proceso de envejecimiento se aclara, mientras que en un ambiente más frío sé retrasa.
HUMEDAD
En los vinos es el segundo enemigo que atenta contra su buena conservación.
También conocida como “higrometría” es un factor muy importante para preservar la flexibilidad y hermeticidad de los corchos.
La humedad evitará que el corcho se seque, por lo que cuidará también el estado del vino. Mantener un espacio lo suficientemente húmedo, pero no demasiado, ayudará en este caso.
El exceso de humedad también hace muy mal, así que hay que saber encontrar un lugar estable.
LUZ
Los rayos UV degradan muy rápidamente a los vinos, ya que propician su oxidación. Al atravesar la luz, el color verde de la botella penetra en el vino y este se degrada. Guardar el vino en lugares oscuros ayuda a evitar este problema.
AIREACIÓN
El espacio donde conservemos el vino debe permitir su respiración, por lo que debe ser suficientemente abierto para que el aire se renueve. El vino es un producto vivo y respira a través del corcho, no lo olvidemos.