Si bien el vino es una de las creaciones más queridas universalmente, también es una de las más intimidantes universalmente.
La etiqueta que envuelve al mundo vinícola, puede ser desalentadora, como un extenso libro de reglas, y aunque beber vino ciertamente se rige por los estándares de temperatura, maridaje, forma de vidrio y más, en esta ocasión les daremos permiso para infringir una regla importante, porque a veces hacer lo incorrecto es correcto, servir el vino blanco en un vaso de vino tinto.
Después de hablar de maridaje, de la importancia de la forma y temperatura del vidrio para la expresión de un vino, hemos descubierto que la sabiduría convencional no siempre es correcta.
Para ejemplo de esto, tomen un vino blanco brillante de la popular región Vinho Verde de Portugal, que habitualmente se serviría en un vaso para un blanco, más delgado que el vidrio redondo y abierto tradicionalmente utilizado para los tintos.
De hecho, una abertura más pequeña es la mejor manera de apreciar los matices del sabor de un blanco debido a la forma en que canaliza el vino en el medio de la lengua. Pero si quisieran combinar la bebida con un plato rico, por ejemplo una pasta a la carbonara, podrían considerar modificar la forma en que ese blanco se expresa, al abrirlo en un vaso tradicionalmente utilizado para los tintos.
Todo está en la forma del vidrio; la acidez generalmente se produce en los lados de la lengua, por lo que si tienen un vaso que está más cerrado, el vino irá directo a la mitad de su lengua, y no obtendrán tanta acidez.
Sin embargo, si sirven el vino en un vaso más grande y redondo, la experiencia del sabor será completamente diferente. Se extenderá por toda la lengua y probarán más oxidación; si el vaso es grande y redondo, el oxígeno va a entrar más, y va a concentrar la fruta. Van a sentir el tanino, considerando que algunos vasos les harán mover el líquido en un canal diferente de su paladar.
Por lo tanto, si combinan un blanco brillante y ácido con un plato más rico, pueden servir el vino en un vaso que normalmente usarían para el vino tinto, a fin de acceder a una mayor acidez, reduciendo la riqueza del plato. Pero Lopes aún llama a este vaso el “equivocado”, a pesar de que funciona en este contexto.
Otro ejemplo clásico es usar un vaso de vino blanco para un buen Champagne, eso se ha vuelto casi estándar entre los sommeliers hoy en día.
En Europa en particular, todavía pueden encontrar muchos buenos cafés y restaurantes que sirven ésta bebida con vasos para el jugo de naranja; puede que no sea lo ideal, pero ciertamente no es “incorrecto”.
Cuando piensen en el tipo de copa que deben utilizar, piensen qué es lo que quieren lograr, obtener mayor acidez, taninos, conservar las burbujas, etc., ya que de eso dependerá en mayor medida la elección de cristalería.