A continuación te presentamos una serie de consejos que seguro te servirán para reconocer cuando estás ante un vino de calidad.
Para diferenciar los tipos de vino existen varias clasificaciones. Las más básicas son por su dulzor y por su edad. En la primera se diferencia entre secos (de 0 a4 g de azúcar por litro), semisecos (de 5 a 12 g/l), semidulces (de 13 a 45 g/l) y dulces (más de 45 g/l).
Dependiendo de su edad y del tipo de crianza, los vinos serán:
Jóvenes (también denominados del año o nuevos): si se obtuvo en la misma campaña que la que indica el etiquetado.
Semicrianza: cuando han pasado un pequeño tiempo en recipientes de madera. En este caso se debe indicar el tiempo exacto. También son llamados coloquialmente “roble”.
Crianza: han pasado 2 años de crianza, en los que al menos 6 meses han sido en barrica.
Reserva: en el caso de blancos y rosados, las condiciones serán como en los crianza. Si son tintos, deberá haber sufrido una crianza de 3 años, de los que 12 meses han sido en barrica.
Gran Reserva: estos vinos deberán tener una crianza de 4 años, con seis meses en barrica en el caso de blancos y rosados. Los tintos pasarán 5 años de crianza y un mínimo de 18 meses en barrica.
Una vez servido en una copa, debes inspeccionar el vino; el color y la intensidad te pueden dar una idea de la edad y de si se ha guardado en barricas de roble o no.
Para los vinos blancos mientras más oscuro el color, mayor el tiempo de envejecimiento del vino, así que si ves un vino muy pálido, probablemente es un vino muy joven. Cuando un vino es añejado en una barrica de roble, esto agrega también oscuridad e intensidad al color.
Similarmente en los vinos tintos, las barricas de roble y la edad, así como el tipo de uva utilizada, pueden hacer el vino más oscuro. Aunque generalmente la edad hará que los vinos tintos tengan una apariencia marrón o color teja.
Observa el vino, especialmente en los bordes y observa si el color cambia del centro a los bordes. No hay relación entre el color y su intensidad, y la calidad pero la mayoría de la gente prefiere un color uniforme en su vino.
El siguiente paso es oler el vino. La principal razón para agitar el vino es para brindarle mayor contacto con el aire y por lo tanto con oxígeno y con más espacio para que los aromas se abran y lleguen a tu nariz fácilmente.
Acerca tu nariz al vino para concentrarte en los aromas, e intenta analizar lo que sientes y percibes.
Para los catadores de vino sin experiencia, les puede llevar varios meses y mucha práctica comenzar a percibir los diferentes aromas que tienen diferentes vinos. No te desesperes, quédate con la primera impresión.
Después de hacer girar el vino en la copa podrás observar algunas “lagrimas” en la copa, resultado de un mayor contenido de glicerol (alcohol). Los vinos con lágrima se suelen asociar a vinos de buena calidad.
Dale un trago, deja que repose en la boca para que todas las papilas gustativas tengan la oportunidad de saborear el vino. Presta atención a las sensaciones táctiles: textura, volumen, calor y astringencia.
Después del primer trago podrás percibir el retrogusto, ese sabor final así como su intensidad o cantidad de tiempo que perdura el sabor en la boca vacía.
Entre más tiempo dure la sensación del vino de mejor calidad será.
Los vinos pueden tener muchos matices diferentes, los vinos en síntesis tienen cuatro “piedras angulares” o componentes básicos: sabor, alcohol, taninos y acidez.
Así otra característica de un buen vino de calidad es que ninguno de los cuatro componentes anteriores destacará, es decir se mantendrá en equilibrio.
Por el contrario un mal vino, no será equilibrado: o demasiado alcohol, o acidez, o demasiados taninos pueden hacer un vino duro y desagradable, o incluso un sabor apagado que hará el vino aburrido y poco interesante.
Los taninos son lo que causan ese sabor seco y astringente en la boca después de beber algunos vinos.
Existen dos fuentes principales de taninos en el vino. Primeramente el roble: si el vino es añejado en barricas de roble obtendrá algunos taninos de ello. Sin embargo la fuente principal de los taninos en el vino proviene de la piel, tallo y semillas de las uvas, lo cual explica por qué es más probable encontrar taninos en vinos tintos. Los taninos son importantes ya que brindan color, estructura y sabor