No me dejaran mentir, pocas cosas en esta vida saben más deliciosas que combinar la acidez de un buen vino con algo dulce, el contraste y el equilibrio resultante de dicha mezcla en la mayoría de las ocasiones suele ser fabulosa, sin embargo como bien han enmarcado distintos expertos es una practica no tan frecuente pues la mayoría de las personas asocia la producción vinícola con jugosos cortes de carne, exquisitos y exóticos mariscos o con diversas variedades de quesos, sin embargo si tienes la oportunidad de degustar esta deliciosa combinación hay ciertas cosas que debes tomar en cuenta.
En primera instancia tendrás que poner atención a los colores y aromas tanto del vino como del postre que degustarás, pues estos tendrán que ir de la mano, esto con la finalidad de obtener un condicionamiento psicológico y además asegurar la confluencia de los sabores.
Por otra parte, para las tartas se recomiendan en general los vinos blancos o los vinos espumosos debido a su nivel de acidez, el cual no contrasta por completo con el platillo, por el contrario sólo le aporta un toque perfecto de frescura.
Para aquellos postres que tengan en su mayoría chocolate las mejores opciones son un Pinot Noir, Oporto o Cabernet esto debido a que tienden a potencializar las notas dulces del cacao. Finalmente, para aquellos platillos cremosos queda perfecto el Champagne, los rosados semi-secos y en general los espumosos pues poseen una gran versatilidad en cuanto al maridaje se refiere, además permiten crear un contraste perfecto entre el dulce en ocasiones excesivo de la crema o natilla y su propio sabor acido.
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